Como os informábamos en el
boletín anterior, la PVS, en colaboración con la FxJ y dentro del Plan Integral
de Cooperación SOL-I-DAR-I-DAD , está financiando el proyecto de habilitación
de una cancha deportiva en Tabarre (Haití) de la mano de NPH. Elena, coordinadora
de proyectos de NPH España, nos ha enviado sus impresiones del viaje que realizó
a la zona para visitar el proyecto. Con su permiso, os contamos a través de sus
palabras lo vivido:
"Acabo de regresar de Haití, vía
Miami, y me encuentro con un día lluvioso, precedido de inundaciones graves en
el resto de España. Me cuentan sobre un referéndum y sobre la próxima huelga de
autobuses. Pero yo sólo pienso en Haití y me pregunto cómo es posible que exista
un país tan pobre a tan sólo 2 horas de avión de U.S.A., donde parece que los funcionarios
del aeropuerto estén permanentemente enfadados sin motivo. Me pregunto también
porque las imágenes que me habían llegado de Haití, antes de conocer el país,
no reflejan la realidad de un país en el que es imposible estar sin
emocionarte. Y en el que es facilísimo pasar de la emoción a la conmoción. Y de
la conmoción a la irritación. Y de la irritación a la impotencia. Y de la
impotencia a la responsabilidad. Y de la responsabilidad a la esperanza. Por
eso hoy me siento responsable de denunciar la gran injusticia que vive el pueblo
haitiano, ignorado por el mundo, devastado por catástrofes naturales y azotado
por la miseria, la enfermedad y la muerte, que aniquilan cualquier esperanza de
recuperación. Y sin embargo, me resisto a quedarme sólo con imágenes de muerte
(estadísticas aterradoras de mortalidad infantil, madres del hospital esperando
a que un milagro remedie la enfermedad incurable de su hijo, hombres escalando
por el muro de la ONU con platos vacíos que los soldados se resisten a llenar
de comida, o funerales para montones de bebes que no tienen a una madre que les
llore). También me quedo con imágenes de vida, como la del padre que acompaña a
su hijo de cuerpo inerte al centro para discapacitados y le da de comer con
sumo cuidado para que no se atragante. O la del profesor de escuela que perdió
a su mujer e hija en el terremoto de 2010, que alienta con gran fervor a sus
alumnos a aprender todo aquello que su hija ya no podrá asimilar. Y me quedo
con la labor de una fundación que sabe cómo cuidar, educar, alimentar y dar un
futuro a miles de niños y jóvenes que han podido recuperar su dignidad. Por
último, me pregunto que más tiene que ocurrir en el mundo para que seamos
conscientes de que está en nuestras manos hacer algo para que la vida se vuelva
más soportable para todos los que no tienen ni siquiera la posibilidad de hacer
una huelga para defender sus derechos. Unos
derechos que no tienen nada de universales porque una parte del mundo mira para
otro lado o a su propio ombligo. Hoy más que nunca, reconozco lo privilegiada
que soy y lo orgullosa que me siento de trabajar en la Fundación Nuestros
Pequeños Hermanos. Elena."