viernes, 16 de septiembre de 2016

SERIE SOLIDARIA SUPERDEPORTE. 16 DE SEPTIEMBRE.


El invernadero valencianista de la República Dominicana.

En ocasiones, los beneficios que se producen en los niños que participan en los proyectos que proponemos y lideramos son difíciles de medir y evaluar, pero la historia del joven Eduardo Echevarría es muy ilustrativa del cambio profundo que perseguimos en mentes y vidas. Lograr cambios de actitud y autoestima en los niños es finalmente el objetivo, tanto en el caso de Eduardo como en el de muchos otros niños que han participado en nuestros proyectos de Guatemala, República Dominicana, Nicaragua y Ecuador recientemente. La historia de Eduardo es la de tantos otros…
Eduardo Echevarría es un joven de doce años de edad quien, tras el fallecimiento de su madre, ingresó junto con sus cuatro hermanos en el proyecto que la Penya Valencianista per la Solidaritat lideraba junto a la organización “Nuestros Pequeños Hermanos” en la República Dominicana, programa en el que compaginamos deporte solidario y adiestramiento en labores agrícolas. En una ocasión, por su comportamiento rebelde y difícil, estuvo en puertas de ser expulsado y tener que dejar el hogar que teníamos para ellos, como lo tuvo que dejar su hermano mayor, Roberto, al que se sentía muy unido. Eduardo, rebelde y conflictivo, agresivo en sus enfados, temperamental, solitario y poco sociable, caracteres comprensibles en un niño con un pasado difícil y violento, mostró progresivamente interés hacia el proyecto; hechos como trabajar con alegría, madrugar o la puntualidad en la llegada al invernadero demostraban que algo estaba cambiando en él.  Pronto demostró ser un chico inteligente, muy observador y que aprendía rápido. Su colaboración en las tareas acarreando tierra con la carretilla, desmalezando y llevando y trayendo las herramientas hizo que pronto captara nuestra atención. Su interés por aprender nos llevó a enseñarle matemáticas, practicar la lectura, el juego del ajedrez, y el uso del ordenador, produciéndose paulatinamente un cambio muy positivo en su actitud y en su comportamiento y comenzando a relacionarse mejor con los compañeros y profesores y recuperando el interés en la escuela. Su participación en las actividades de la Penya Valencianista por la Solidaridad también hicieron que se integrara y socializara con el resto de los compañeros del equipo de fútbol. Sus calificaciones finales de Diciembre del 2009 nos sorprendieron a todos pues estaba estigmatizado y catalogado en la escuela como un joven difícil y rebelde. Su nota de 9,3 en matemáticas es el mejor indicador del cambio de este joven pues su temperamento agresivo, su desdén por la escuela y los estudios se convirtieron en un carácter más afable y cordial. Fue ganando confianza y seguridad en sí mismo y el optimismo y las ganas por aprender enraizaron en la mente de este joven. Cuando a un niño o joven de pasado tormentoso y difícil se le da responsabilidad y cariño, se le hace sentir importante, apreciado y querido, el camino del cambio queda allanado y desaparecen sus actitudes negativas hacia la escuela y hacia la autoridad de los maestros y entrenadores.
Hay que resaltar que este impulso no hubiera sido posible sin el necesario liderazgo, sabio y comprometido, de Eduardo Briones y Pilar como los más insignes adelantados con los que contamos. Y es que algo tan aparentemente sencillo como enseñar a los niños a producir  sus propias hortalizas en su invernadero y cuidar el árbol frutal que han plantado, junto con la integración en el equipo deportivo demuestra el efecto multiplicador extraordinario del fútbol y de la tierra, de la amistad y el compromiso con los valores en los que la Penya Valencianista per la Solidaritat cree más firmemente que nunca…

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