viernes, 25 de noviembre de 2016

SERIE SOLIDARIA SUPERDEPORTE. 25 DE NOVIEMBRE.

LA VITAMINA DEL DEPORTE EN NAZARET

Todo barrio tiene un espacio que le define; una biblioteca importante, una calle comercial, unas buenas instalaciones deportivas, una plaza emblemàtica... Uno de los múltiples espacios que el barrio de Nazaret identifica como imprescindible es el Colegio de Nuestra Señora de los Desamparados y, en los últimos cuatro años, un proyecto que este centro ha apoyado: el PROYECTO NSD+ NAZARET.
Este proyecto nació con el objetivo de ser una extensión del centro educativo pues cuatro años atrás el Colegio Ntra. Señora de los Desamparados carecía de una propuesta extraescolar que diese servicio a sus alumnos. Para entender esto hay que saber que el colegio es un un C.A.E.S. (Centro de Acción Educativa Singular) , donde muchos de los y las alumnos/as experimentan grandes dificultades para finalizar sus estudios obligatorios satisfactoriamente y donde, desgraciadamente, el absentismo escolar, las faltas disciplinarias y el bajo nivel académico están a la orden del día por los graves problemas que atraviesan sus familias.
Pero desde la creación del proyecto la rutina de los niños y niñas del barrio cambió sustancialmente. Ahora el centro no cierra sus puertas a las cinco y media sino que, al acabar la jornada lectiva, ciento siete jóvenes voluntarios que conforman el proyecto se ponen en acción principalmente a través de dos programas. Por un lado, el “programa DxE” (Deporte por Educación) y, complementando este, el “programa Siroco”.  El objetivo del proyecto ha sido desde el primer momento motivar e incentivar a los alumnos mediante herramientas de ocio y de recreación, principalmente el deporte. En este sentido, se pretende que a través de la práctica del fútbol sala y el baloncesto los alumnos mejoren su conducta y su rendimiento académico. Para llevar a cabo eso, cada equipo cuenta con la figura de un entrenador y un tutor. El entrenador se encarga de dirigir al equipo en el àmbito deportivo; Entrenamientos, aprendizaje de habilidades motrices, mejora de las capacidades físicas... mientras el tutor tiene un papel de acompañamiento y ayuda a los niños que media en todos los conflictos que aparecen. Este voluntario trabaja en conjunto con el profesorado del colegio haciendo un seguimiento de su comportamiento en las aulas, exigiendo buena conducta y el cumplimiento de los deberes diariamente para poder entrenar y jugar. Por otro lado, el programa Siroco dedica sus esfuerzos concretamente a brindar orientación y apoyo académico a los beneficiarios: Técnicas de estudio, explicación de contenidos que no han podido ser alcanzados durante las clases, etc,... En estos cuatro años el proyecto NSD+ ha pasado de tener cinco voluntarios y treinta y dos beneficiarios a ciento siete voluntarios y más de ciento cuarenta beneficiarios por lo que los números cantan.
Y, aunque no exento de dificultades, sí que se puede afirmar que la tarea que semana tras semana realizan los y las voluntarias ha conseguido transformar la vida, ya no solo de los beneficiarios, sino también del propio colegio y, por extensión, la vida del barrio. Podemos decir que la fórmula mágica para que este proyecto crezca año tras año no es otra que la dedicación desinteresada de los jóvenes que conforman el equipo de voluntarios. Estos se han convertido desde la convivencia fraterna en referentes de los chicos y chicas que seis días a la semana participan de todas las actividades y son ya sus verdaderos “hermanos mayores”. Así, podemos contar casos de chicos y chicas con nombre y apellidos que a raíz de la aparición de sus entrenadores y tutores han empezado a tomar un interés por los estudios que antes no tenían y a afrontar la vida desde otra perspectiva más positiva y esperanzadora. No obstante, y en palabras de la dirección: "Estos casos nos motivan y alinean a todos los voluntarios para continuar con esta tarea, pero somos conscientes de que aún queda muchísimo trabajo por hacer ya que todos nuestros beneficiarios merecen una oportunidad para desarrollarse como personas y, muchas veces, el entorno no les brinda esa coyuntura”.
En la actualidad el proyecto se ha exportado a nivel nacional. Prueba de ello son los centros que desde Valencia han llegado a Murcia, que recientemente han implantado una estructura parecida basada en la organización del proyecto NSD+ y, en concreto, del Programa DxE. Para poder hacer toda esta tarea y cuando el proyecto no existía por falta de recursos económicos se acudió a la Peña Valencianista per la Solidaritat para que, desde su espíritu de compromiso con los más necesitados, apostara desde el primer momento por los niños con más necesidades de la ciudad de Valencia, pero a la vez con más potencial de la misma. De esta manera. y marcando el camino a otros benefactores, desde el primer día confiamos apoyando económicamente, con material deportivo y con becas que recompensan el trabajo bien hecho para que los niños tengan una visión del futuro más esperanzadora.
Esta expansión y la repercusión que ha tenido el proyecto dentro y fuera del barrio hacen pensar en este innovador modelo como una herramienta que utiliza el deporte como principal recurso para combatir el absentismo escolar y la prematura e injusta expulsión que sufren muchos niños y niñas con una situación compleja en nuestra sociedad. Deporte, voluntariado y mucho amor transforman nuestra sociedad, dando lo que se merecen a los que menos tienen. Amor y justicia donde se encuentra la Peña Valencianista per la Solidaritat en un lugar principal. Amunt Sempre.

viernes, 11 de noviembre de 2016

SERIE SOLIDARIA SUPERDEPORTE. 11 DE NOVIEMBRE.



COMPROMETIDOS CONTRA EL CÓLERA.


Contábamos hace dos semanas que nuestro viaje a Haití tuvo como finalidad inaugurar el campo de fútbol sala que la Penya Valencianista per la Solidaritat había construido en el “Nuevo Hogar St. Louis” y al que dimos el merecido nombre de Antonio Puchades. Allí visitamos otras obras realizadas por el Padre Rick como hogares para huérfanos menores de seis años, hospitales pediátricos para niños enfermos de VIH/SIDA, tuberculosis, cáncer, centros de rehabilitación y tratamiento para niños discapacitados y de rehabilitación de adultos, centros de formación y empleo para jóvenes sin recursos que aprenden un oficio, o un programa de construcción de casas para las comunidades de barrios marginales. 
En todas estas visitas fuimos escoltados por agentes de seguridad armados y nos alojamos en unas sencillas casitas construidas por el Padre Rick para los voluntarios dentro de un recinto vallado y fuertemente vigilado de día y de noche y del que no podíamos salir sin la compañía de los “seguratas”. Tal es el grado de inseguridad y peligrosidad de Puerto Príncipe y en general del país, que los “cascos azules” de la ONU se pasean tranquilamente, sin conocer ni siquiera al Padre Rick que lleva más de treinta años en Haití, ni en qué consiste su misión. Nuestros sentimientos a la vuelta del viaje, tras analizar y ordenar impresiones, emociones y vivencias, eran contradictorios. Por un lado, teníamos un sentimiento grande de tristeza porque se confirmaba de nuevo la creencia de que los Organismos Internacionales no hacen todo lo que debieran; que los millones de euros aportados por la generosidad de la gente ante la desgracia del terremoto no se veían aplicados en la reconstrucción del país ni de sus instituciones ni en la mejora de la calidad de vida de sus ciudadanos, y que la esperanza de que esto mejorara en breve plazo de tiempo era ilusoria. Aún hoy, 3,6 millones de haitianos, que son un tercio de la población total del país, viven en situación de inseguridad alimentaria o, lo que es lo mismo, no pueden acceder a alimentos suficientes para cubrir sus necesidades. Junto a estos, un millón y medio de ellos directamente pasa hambre y está al borde de la desnutrición; es el doble de la cifra que se registraba hace solo seis meses. Todo esto ocurre en un país que aún no ha conseguido superar las secuelas del terremoto de 2010 pues 59.000 personas siguen viviendo en campos de desplazados y tampoco se ha logrado ganarle la batalla a un cólera al que se enfrentan de nuevo como consecuencia del reciente Mathew.
Pero, al mismo tiempo, teníamos y seguimos teniendo sentimientos de esperanza y de alegría ya que hemos comprobado el fruto de los esfuerzos realizados por personas reales, muchos jóvenes voluntarios, muchos médicos y enfermeras, muchos maestros, muchos religiosos, que dedican su vida a erradicar la pobreza y la violencia intentando devolver la dignidad a los más desfavorecidos y cubriendo sus necesidades básicas al poner a su alcance los medios para su educación y para su atención sanitaria. También estábamos muy contentos por haber comprobado que la modesta aportación de nuestra Penya Valencianista per la Solidaritat con la construcción del campo de fútbol y la donación de los equipajes para los niños, había contribuido a su felicidad, -no había más que ver sus alegres caritas- y les había permitido desarrollar con plenitud uno de los derechos fundamentales establecidos en la Declaración de los Derechos del Niño 20 de noviembre de 1959 por Naciones Unidas, y desarrollada en la Convención sobre los Derechos del Niño de 20 de noviembre de 1989, en cuyo artículo 31 queda establecido: “El niño tiene derecho al esparcimiento, al juego y a participar en las actividades artísticas y culturales”.
La falta de acción, la indiferencia y la lentitud y pasividad de quienes más obligados están a actuar, no nos tiene que desanimar en nuestro intento de construir con nuestras pequeñas aportaciones un mundo más digno y más justo para todos. En ello estamos empeñados quienes pertenecemos a la Penya Valencianista per la Solidaritat. Por eso mantenemos vivo el apoyo a la Iniciativa de la Fundación por la Justicia para tratar de reducir en lo posible el cólera que se extiende y las deficientes condiciones sanitarias de la mayor parte de la población, muy particularmente de los niños desnutridos y más vulnerables, consecuencia directa del paso devorador del huracán Mathew:

Cada tratamiento contra el cólera tiene un coste de €5.22 por persona y el de medicina general para servicios esenciales de 1.2 euros por persona.

La decisión que te pedimos es que valores a cuantos puedes y quieres ayudar a curar el cólera o a ser atendidos de emergencia. 

Solo tienes que multiplicar los que quieras por 5,22 o por 1,2 euros y transferirlo a la cuenta siguiente, consignando HAITÍ: 

ES08 3159 0015 8923 8349 5823

Muchas gracias por tu ayuda en su nombre y en el nuestro. AMUNT.